100 preguntas sobre sexualidad adolescente
Históricamente, el cuerpo ha sido un lugar fundamental donde se libran las batallas ideológicas: la sexualidad, la medicina, el aborto, etc. Ya lo decía Foucault en tanto el cuerpo como objeto y blanco de poder donde se puede manipular, dar forma, educar, obedecer y así normalizar, anulando todo aquello que se escape de la norma.
Hoy, aparece el libro “100 preguntas sobre sexualidad adolescente” editado por la Municipalidad de Santiago, en el cual fue liderado y co-creado por un Comité Editorial Adolescente conformado por 13 estudiantes de liceos de la comuna quienes tomaron las decisiones editoriales más importantes como las preguntas, estética del libro, el formato y el título, en el marco de un proceso participativo y de respeto a los derechos sexuales y reproductivos de obtener la información sobre sexualidad valorando la diversidad en cuanto a identidades, decisiones y orientaciones.
Sin embargo, este libro no aparece exento de polémica que no es nueva sino que aparece como una nueva versión de polémicas anteriores en cuanto a qué es lo que está permitido en torno al cuerpo y, sobre todo, en cuanto a qué información podemos obtener sobre él. Mientras unos sectores defienden la iniciativa, otros han criticado el libro señalándolo como “aberrante” o como “una falta de respeto para lo que creen los padres y las familias” debido a su contenido, refiriendo a que la información sobre sexualidad debe ser controlada y mediada por los padres y adultos y que ésta debe estar ligada con la afectividad y el desarrollo mental de los adolescentes.
¿Qué es lo que está en juego en esta polémica? En parte la sexualidad (del cuerpo) como campo de batalla ideológica entre discursos de qué es lo permitido y qué está prohibido o es tabú. Por otra parte se podría decir que son dos visiones de sociedad y dos maneras de representarnos, pensar y concebir la infancia y la juventud.
Existe una posición más conservadora en la cual los adultos son “propietarios” de sus hijos y, por lo tanto, son aquéllos quienes deciden qué es lo bueno y qué es lo malo para éstos y, a lo que participación se refiere, las opciones que tienen para ejercer ese derecho están limitadas a un espacio protegido por los adultos y alejándolo de cualquier colaboración activa con la realidad social de la que forman parte. Por otra parte, existe otra visión en la cual se considera que niños, niñas y jóvenes son ciudadanos y por tanto, sujetos de derecho y nosotros, como sociedad, tenemos el deber de otorgar las condiciones necesarias para el ejercicio de esos derechos. En este sentido, no toda la responsabilidad tiene que quedar en manos de los padres sino que existe una sociedad que tiene el deber de formar y escucharlos.
En esta polémica se juega el estatuto de la palabra de la infancia y juventud. El libro en cuestión tiene una innovación metodológica en su creación: toma las preguntas e inquietudes de los adolescentes y son ellos quienes protagonizan tanto la edición del material como el sujeto a quien va dirigida la información. Es decir, hay un acto de reconocimiento de la palabra de los adolescentes que es escuchada por una vía distinta a la de los padres y adultos y que aparece para los sectores más conservadores como inquietante, aberrante y provocadora y digna de ser filtrada por la voz de la familia y los padres. En el proceso se dejó fuera a los padres y aparecen preguntas que no se les pueden hacer a ellos y si ese filtro conservador se hiciera: ¿quién respondería esas preguntas? Las dudas seguirían y se reproducirían los discursos normalizadores y dominantes sobre el cuerpo, negando posibilidad de acceso formal en torno a diversas formas de practicar y vivir la sexualidad.
Y más allá del contenido de las preguntas, éstas tienen un valor por sí mismas al ser formuladas por los mismos sujetos a los cuales va dirigida la información: los adolescentes. Si creemos que su voz es importante, tendremos que abrirnos y escucharlas.
Este libro aparece como una reivindicación política de los adolescentes, del estatuto de su palabra y de su sexualidad y cuerpo, y la sociedad tiene el deber de otorgar las condiciones para que se desarrollen como sujetos de derecho, porque sin tener voz y acceso en el proceso de información, de comunicación, de decisión, no podrían como grupo social ejercer la influencia necesaria sobre esas mismas condiciones a las cuales apelamos. Así, es relevante que los niños, niñas y adolescentes sean protagonistas de sus derechos y, en este caso, de la información que desean obtener en cuanto a sexualidad, más allá de la información que ideológicamente o contextualmente las familias, la escuela y los discursos tradicionales estén dispuestos a dar.
Temas
Alternativas de Atención
- Psicoterapia individual a adultas/os, adolescentes, niñas y niños
- Atención Psiquiátrica
- Terapia Familiar
- Terapia de Pareja
- Terapia de Grupo
- Psicoterapia Reparatoria a personas víctimas de violencia
- Terapia de Revinculación
- Psicoterapia a Hombres que ejercen violencia
- Pericias Psicológicas forenses
- Evaluación de Habilidades Parentales
- Psicodiagnóstico